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Entramos en la pintoresca tienda, el olor de las hierbas y del incienso invade mis sentidos en cuanto cruzamos la puerta. Veo una gran variedad de cristales : amatistas, ónices, citrinos, geodas y otros, todos dispuestos cuidadosamente en expositores de diferentes tamaños y formas. Recorremos cada sección de mesas y elijo cuatro cristales para Geneviève : cuarzo rosa, jaspe rojo, turmalina negra y, por supuesto, una piedra lunar para nuestro legado de lobos.
—¿Son estos tus elecciones ? —pregunta Nate.
Asiento, sintiéndome realmente emocionada de regalárselos a Geneviève.
Los compramos y salimos, con la pequeña bolsa de papel colgando de mi muñeca mientras continuamos caminando.
—¿Hay tiendas de armas en la ciudad ? Pensaba que podría regalarle a Kane algún tipo de cuchillo de apoyo.
Nate asiente.
—Sí, hay un herrero a unas calles de aquí, fabrica todo a mano. Son piezas muy buenas. Yo tengo algunas en casa.
—De acuerdo, vayamos entonces —declaro.
Nos ponemos en marcha, pero el tel