Bastián.-
Un rayo de luz golpeó mis párpados haciéndome despertar, veo dormir a Mila y me levanto, esa luz afuera llama mi atención. Me acerco a la ventana y veo el auto de Elizabeth estacionando frente a la casa, miro mi reloj marcando las diez de la noche.
Zeus me sigue hasta la puerta y le hago una seña, para que no haga ruido, bajo las escaleras y la veo en la estancia masajeando su cuello con ambas manos.
— Pensé que vendrías a cenar –me quedé ahí de pie, solo viéndola. No quise acercarme por temor a su rechazo.
— Tenía mucho que resolver en el centro. Además de calmar a Lili. Estaba furiosa por el espectáculo que dieron dos hombres adultos que no supieron comportarse cerca de niños pequeños.
— Elizabeth lo siento, cuando vi que ese imbécil se acercó a Bella, perdí los estribos –digo con voz arrepentida, pero ese desgraciado me las iba a pagar.
— Creo que Bella se sabe defender sola –Cruza sus brazos sobre su pecho –. Superviso a niños, Bastián, ¡Niños! Tengo mucho que hace