Cap. 88: Confirmación.
Lisandro se quedó mudo. La mirada acusadora de Iker le cayó como hielo en la espalda, pero no tuvo tiempo de defenderse.
—¡Iker! —gritó Amelia, con la voz temblorosa—. Corre a mi oficina, en el primer cajón hay una ampolla con el antídoto. ¡Tráela ya!
Iker no dudó ni un segundo. Salió disparado por el pasillo mientras Amelia sostenía a Teo, que respiraba con dificultad, el rostro cada vez más pálido.
Jessy retrocedió unos pasos, aterrorizado, mientras Mara y Armando se arrodillaban junto al amigo.
—¡Teo! ¡Respira! —gritó Mara, con lágrimas en los ojos.
—No se mueve… —susurró Armando, con la voz quebrada.
Lisandro se arrodilló también, apoyando una mano sobre el hombro del niño, intentando ayudar con las maniobras que recordaba de primeros auxilios.
—Tranquilo, Teo, aguanta, campeón —murmuró con desesperación.
En segundos, Iker regresó con la ampolla y una jeringa. Amelia la tomó, rompió el sello y la aplicó con precisión en el muslo del niño.
El efecto fue casi inmediato. Al principio