Cap. 87: Descubrimiento.
Amelia les indicó que se quedaran en la sala. Los mellizos intercambiaron una mirada rápida, de esas que huelen a travesura. Teo también se quedó, demasiado callado para inspirar confianza.
Amelia cruzó los brazos.
—Miren… sé que todo esto suena extraño, pero sus hijos y Teo se metieron en un asunto delicado. Sus hijos involucraron a su hermana mayor en una mentira.
Dafne entrecerró los ojos.
—¿Qué tipo de mentira?
Teo levantó la cabeza, con el rostro encendido de nervios.
—Fue por mí —dijo, con firmeza—. Yo les pedí ayuda.
Mara se adelantó, decidida.
—Le dijimos a mi hermana que era parte de un experimento, pero no lo era. Queríamos ayudar a Teo, no hacer daño.
—¿Ayudarlo con qué? —preguntó Luis, cruzándose de brazos.
El niño tragó saliva.
—Yo no quiero que ese señor se acerque a mi mamá —confesó con un hilo de voz—. Él no la trata bien. No me gusta cómo la mira ni cómo le habla.
El silencio que siguió fue denso. Amelia bajó la mirada, tocada por la sinceridad de su hijo.
—Teo con l