Cap. 58: No vamos a permitir que nos separen.
Una enfermera entró de inmediato, revisando los signos vitales.
—¡Señora, por favor, salga ahora!
—¿Qué le pasa? ¿Está bien? —preguntó Amelia, con la voz temblorosa, sin moverse del sitio.
—Está muy débil. Salga, por favor —repitió la enfermera, mientras otro miembro del equipo ingresaba corriendo.
Amelia retrocedió lentamente, sin soltar del todo la mano de Lisandro hasta que se la apartaron. Dio un paso hacia atrás, luego otro y la puerta se cerró frente a ella.
Afuera, en el pasillo, el mundo volvió a ser frío y confuso. Se llevó la mano al pecho, intentando calmar el temblor que la sacudía.
Sabía que ese “te amo” podía ser el último. Cuando salió a la sala de espera Berenice la increpó.
—¿Cómo está?
Amelia tragó saliva.
—Delicado. —Miró a Iker, él se acercó a ella—, me quiero ir.
Iker asintió. La tomó de la mano y ambos salieron de la clínica.
Berenice los miró.
—No puede ser que Lisandro y ese hombre se conozcan y que Iker ande con Amelia, aquí hay gato encerrado.
Sarah le