Cap. 55: ¿AB negativo?
Amelia no lograba dormir. Cada vez que cerraba los ojos, veía el rostro de Iker alejándose, su promesa de volver, su voz grave diciéndole que todo estaría bien.
Pero su cuerpo no le creía. Se revolvió en la cama, se sentó, se llevó una mano al pecho. Una punzada aguda le atravesó el corazón, tan repentina que tuvo que contener un gemido.
—Dios mío… —susurró, respirando con dificultad.
No entendía por qué, pero un presentimiento helado le recorría la piel. Era como si una sombra invisible le murmurara que algo andaba mal. Se levantó, descalza, caminó hasta la habitación de Teo.
El niño dormía profundamente. Su carita se veía en paz, ajena al peligro que aún los rodeaba. Amelia se arrodilló a su lado, le acarició el cabello con ternura.
—Tu papá volverá… —murmuró sin darse cuenta de que lo decía en voz alta—. Los dos van a volver.
Pero el temblor en sus manos la delataba. Se puso de pie, caminó hacia la ventana y corrió la cortina. Afuera, la ciudad seguía despierta en luces distantes,