Cap. 41: Descubrimiento inesperado.
Amelia suspiró hondo, conteniendo las lágrimas que aún le ardían detrás de los ojos. Su mirada se posó un segundo más en Lisandro. Algo en su interior, una mezcla de rabia, miedo y necesidad de respuestas, la hizo decidir.
—Ven tú —le dijo a Lisandro, dándose la vuelta sin esperar respuesta.
Lisandro la siguió en silencio hasta la oficina. Una vez dentro, Amelia cerró la puerta y se quedó de espaldas a él unos segundos, conteniendo el nudo en la garganta. Finalmente se giró.
—¿Qué te ocurre? —preguntó él—. Te conozco bien, Amelia. ¿Recibiste malas noticias?
Ella lo miró con una mezcla de dolor y resentimiento.
—Sí. Una noticia inesperada. Pero eso no importa ahora.
Avanzó dos pasos, con el rostro sombrío.
—Quiero preguntarte algo, Lisandro. Y necesito que me respondas con la verdad.
Él asintió, serio.
—¿Por qué? —preguntó ella, la voz quebrada—. ¿Por qué fuiste tan cruel conmigo? Yo no lo merecía. Te entregué todo. Mi vida, mi carrera, mi corazón, mi cuerpo. Me usaste.
Lisandro desvi