Perdón.
Con el eco de la voz de Oliver aún retumbando en mis oídos, recordé todos aquellos años en los que había imaginado esta tienda como el escenario perfecto para mi felicidad , como el lugar en el que, por fin, mi familia y yo podríamos acercarnos a aquel ideal de familia que tanto había anhelado. Porque si triunfaba en la vida, estaba segura de que mis padres me amarían aún más. Mamá siempre repetía que debía ser una exitosa empresaria, pero en su lugar solo me había embarazado y apartado de ellos como si fueran la prole.
Solamente tenía miedo de admitir que me equivoqué.
Tras separarnos del beso, mis sentidos seguían latentes a cada estímulo del entorno. Le dediqué una mirada soñadora a Oliver y él lo entendió.
Observé lentamente el vestíbulo y me llené del sentir del espacio aristocrático. Caminé por el pasillo revestido de tapices con escenas mitológicas, en los cuales héroes y diosas parecían dialogar con la humanidad.
El aroma persistente a cera de velas y madera antigua, impregn