Escuché voces antes de que mi mente lograra comprender lo que pasaba a mi alrededor.
—Mami dijo que el hombre malo nos está buscando, y que esto nos protegerá. —Contaba Griffon con alegría.
—Sí, y además son bonitas. —Añadió Heather.
Dallas rio. —Lo son, calabacita.
Abrí lentamente los ojos, sin sentir miedo al escuchar la voz de Dallas. Al parecer, todavía era capaz de calmar mi alma. Tan pronto como me vio despertar, su expresión se llenó de preocupación.
—¿Estás bien? —Preguntó, recorriéndome con la mirada.
Me enderecé y miré por la ventana.
—¡Mami! ¡El tío Dallas nos lleva a casa! —Exclamó Griffon.
Mis ojos se tornaron rojos. Me giré para fulminar a Dallas con la mirada, pero su rostro permaneció impasible, sin darme nada.
—Detén el auto, Dallas. —Le pedí en voz baja, sabiendo que me escucharía, aunque esperaba que los niños no lo hicieran.
Él me miró, con la expresión de un niño al que le negaban lo que quería.
—No, los llevaré a casa. Si es necesario, te dejaré inconsciente hasta