Cuando salí al exterior, vi al lobo de Dallas. Era marrón, con las puntas de las orejas y la cola blancas. Caminó lentamente hacia mí y se detuvo justo enfrente.
"¿Está bien?" Pregunta a través del enlace mental con tristeza. Sabía que estaba devastado porque ella no quería vernos a ninguno.
"Aún siente dolor, pero parece estar bien. No habló conmigo", le respondí. "Vamos, entremos".
Señalé hacia mi casa, él corrió hasta ella y entró.
Cuando entré, lo vi salir de mi habitación, ya vestido con mi ropa. Estaba tan alterado que se le notaba en la cara. Luego vi cómo la furia lo invadía por completo.
—¡Tú sabes quién le hizo esto! ¡Tenemos que hacer algo! —Gritó, completamente fuera de sí.
Suspiré.
—Creo saber quién fue, pero no tengo pruebas y Amy no ha dicho nada. Mi papá dice que no podemos actuar hasta estar seguros. —Le expliqué con calma, sabiendo que mi respuesta no le iba a gustar.
Sus ojos ardían de rabia cuando bajó por las escaleras.
—Mira, Dallas, yo también me preocupo por el