Amed llegó al hotel golpeado y Rania lo vio escandalizada.
—¡Te golpearon!
—Yo golpeé también…—tenía que decir algo a su favor.
—¿Quién lo hizo?
Le costó decir su nombre.
—Hanza—dijo lleno de ira—ese maldito estaba allí.
Rania daba vueltas y le dijo molesta.
—¿Se pelearon por una bailarina?
—No…
—Amed, te conozco bien, estás picado con esa mujer y viste al tonto de tu hermano que no es tu hermano y te quisiste hacer el sobrado.
—Le dije algunas cosas sobre esa p**a de Malak.
Malak, de nuevo, entonces le dijo molesta.
—Hago lo que deseas y te complazco en todo, te comparto y ahora por una estúpida bailarina te desbancas.
Amed no la escuchaba y comentó.
—Si la hubieras visto, Harbi, era la Diosa encarnada, se movía como serpiente en la arena y sus caderas…
—¡Ya basta!
Miró a los guardaespaldas de Amed.
—¡Ineptos! ¡Les descontaré el golpe de mi esposo
Nada de romance en ese encuentro, Malak, sí que se las tiene jurada a Hanza y Amed tan cruel, qué pasará con ese sujeto, puedes descubrirlo muy pronto.