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Maks Kuznetsovs

Viernes 23 de 2016

Estos dos días Susan y yo hemos almorzado juntos, solo la he besado al despedirla en el auto cuando la dejo frente a su hogar.

Son las 9: 00 am, mi esposa Sonya yace en la cama aun durmiendo, mientras ya me he bañado y ahora me visto con ropa cómoda, una camisa y un pantalón corto.

Culmino de vestirme y la miro pensando en cuál sería el mejor momento para decirle que amo a otra mujer.

Salgo de la habitación con intenciones fehacientes de hablar con Susan, porque desde aquel primer beso en la oficina solo quiero tenerla en mis brazos y para siempre a mi lado.

Estando ya en la terraza me siento en una de las sillas con mi celular en mano.

Enseguida me dispongo a llamarla con un deseo ferviente de estar con ella.

—Buenos días, mi amor.

—Buenos días.

Responde con la dulce voz que la caracteriza.

—Te he extrañado tanto. —expreso por la nostalgia que siento de mirar y sentir su ternura.

—Solo han pasado unas horas desde ayer, Maks.