꧁ ISABEL ꧂

La idea de volver a depender de un hombre poderoso, de un apellido que impone y que lo arregla todo con llamadas y ejecutivos, me revolvió el estómago.

Scott entró con paso pausado, como quien conoce el terreno y no necesita imponerse para ocuparlo. Tenía el traje impecable, la corbata perfectamente alineada y una carpeta bajo el brazo que parecía contener más autoridad que toda la estabilidad emocional que yo había logrado reunir en meses.

El abogado se levantó de inmediato, con un respeto que me llamó la atención, uno de esos saludos que no se improvisan; no era un abogado que Hugo hubiera encontrado por su cuenta. Ese hombre estaba allí porque Scott lo había puesto ahí. Ese detalle se clavó en mí como una señal que no sabía si interpretar como protección o como una nueva forma de dependencia.

—Gracias por venir —le dijo Hugo, con un alivio en la voz que a mí no me alcanzaba.

Yo permanecí en silencio. No dije nada. No sabía qué decir. Scott se sentó con elegancia y sin pri