18- PADRE SOLTERO. El paraíso.
Ana se dejó llevar por la mano grande y cálida de Maxwell que la llevaba hacia la habitación, y cuando la puerta se cerró la recostó sobre la madera y presionó todo su cuerpo contra el de ella.
El calor en el vientre se le extendió por todo el cuerpo y cuando el hombre pasó las manos por su espalda bajo la blusa una corriente deliciosa le hizo arquear la espalda.
Enredó los dedos en el cabello de Maxwell y lo apretó mientras él le devoraba la boca y cuando le mordió levemente la lengua supo que ya había perdido la batalla.
Con un hábil movimiento le quitó la camisa al hombre y le dio un beso grande en uno de los pectorales y se deleitó con la sensación áspera de los pelitos que cubrían la pálida piel.
Maxwell la tomó de la cadera y la llevó hasta a la cama y la recostó con suavidad, cada movimiento del hombre era firme pero delicado y eso la excitó, y cuando se subió sobre ella después de abrirle las piernas Ana movió las caderas para maximizar la fricción entre ella y el endurecido m