39- PADRE SOLTERO. Un hombre enfermo.
Mientras la camioneta avanzaba por las calles vacías Ana sintió que el nudo en el estómago le impedía respirar con facilidad. Las manos le sudaban y las piernas le temblaban, y el ambiente tenso dentro el auto no hacían más que complicar su inestable cordura.

— Lo siento — dijo Ernesto después de un rato y Ana negó con la cabeza.

— No es momento — le dijo, pero el muchacho negó tambien.

— Creo que es el momento, lo que piensas hacer es una locura.

— Es lo que tengo que hacer, no permitiré que Albán le toque un solo pelo a Emanuel — Ernesto se quedó callado otro rato.

— Yo no sabía, ese hombre me manipuló, pensé que eras una trepadora oportunista, eso me hizo creer él, y ahora te estoy ayudando a entregarte, esto solo hará que Maxwell me odie más.

— Max no te odia…

— ¿No? ¿y todo lo que me dijo esa vez que peleamos? — Ana se quedó pensando un momento.

— Entiendo tu miedo a que él caiga de nuevo una es depresión como la última vez, pero tambien lo entiendo a él, te fuiste de casa
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