Cuando adinerados hombres invitaron a Sebastián a beber un trago para celebrar nuestro matrimonio; yo decidí salir a tomar un poco de aire fresco en la terraza del penhouse.
Desde esa gran altura, la vista era maravillosa. La noche era iluminada por las luces de la gran ciudad y sus increíbles espectaculares; desde allí no se escuchaba el ruido de los autos ni de la gente, pero podía verlo todo y sentir el aire fresco en rostro.
—A qué es maravillosa, ¿no lo crees?
Su voz fue tan repentina que di un respingo y tuve que sujetarme a la barandilla de cristal. Había estado tan deslumbrada por la vista, que no me había percatado que ella también se encontraba allí.
—¿Y bien? —inquirió ladeando la cabeza y estrechando su verde mirada—. ¿Ya tuviste oportunidad de probar si miento... o digo la verdad?
Intenté no sentirme intimidada por su actitud, pero no pude hacer nada ante su apariencia. Abril era más alta que yo, con un cuerpo fino y esbelto, no demasiado curvado, pero con las p