—¿Ahora me dirás el motivo por el que me salvaste? —musité apenas me acorraló entre la pared y su cuerpo. Jadeé en su boca—. ¿Me dirás... la verdadera razón?
Aún con todo lo que había ocurrido esa noche en el evento, no se me olvidaba nuestra conversación pendiente, y mucho menos las palabras que me había dirigido Gisel antes de mi encuentro con Demián.
“... ¿Por qué me salvaste?” Dígame, señora Evelyn Isfel, ¿ya ha comenzado a hacerle esa pregunta a su sangriento marido? Es más, ¿ya le ha preguntado por qué tiene un hobbie tan despiadado cómo ese? ...”
Me abracé a su cuello cuando repentinamente me tomó por los muslos y me levantó del suelo. Anclé mis piernas a sus caderas al tiempo que lo sentía destrozarme las bragas.
Nos miramos fijamente, ambos ansiosos y respirando agitadamente, ambos deseando arrancarnos la ropa.
—¿Realmente deseas saberlo? —inquirió con cierta renuencia—. Me temo que no te gustará.
Fruncí las cejas y emití una risita baja al ver su repentina cara se