Al entrar en la mansión, me siento un poco abrumada por la opulencia que me rodea. Maximiliano me toma del brazo y me lleva a la sala de estar, donde sus padres están sentados en un sofá de cuero negro.
—Mamá, papá, esta es Mila —dice Maximiliano, presentándome con una sonrisa.
Me presenta a su madre, Natalia Romanoff, y a su padre Milton. Su madre me mira con una expresión de desdén. Es una mujer alta y delgada, con el cabello rubio y los ojos azules. Su rostro es frío y distante, y puedo sentir la hostilidad que emana de ella.
—Entonces, tú eres la amante de mi hijo —dice, su voz llena de veneno—. Me han hablado mucho de ti y como intentas acabar con su matrimonio.
Maximiliano se apresura a intervenir, poniendo una mano en mi brazo y quiero que el mundo me trague.
—Mamá, por favor —dice—. No es justo juzgar a Mila sin conocerla.
Su padre, Milton Romanoff, un hombre grande y fuerte con el cabello gris y los ojos marrones, se posa a su lado mirandome.
—No, no, Natalia —dice—. Debemos