Madison no pudo evitar ponerse nerviosa, al oírlo, pero de igual forma su corazón empezó a latir muy feliz de lo que acababa de escuchar.
—Gracias — le contestó tímidamente. Milo cómo hacía cuando estaba con ella, actuó impulsivamente y besó su cabeza.
— Ven, voy a prepararte algo de cenar, mientras llamas a Rosa y le dices que llegarás más tarde. — ella como una mansa paloma lo siguió, sin dejar de mirar el lugar y Milo lo notó — luego de cenar te llevaré a un tour por el lugar, Madison solamente asintió.
Ya en la cocina él empezó a buscar que le cocinaba, hacía mucho tiempo que no cocinaba para alguien, y menos para alguien que le estaba robando el corazón. Madison llamó a su abuela.
—¿A qué horas llegas mi niña? Te estamos esperando para cenar — fue lo primero que contestó la anciana al otro lado.
—Abu, te llamaba para decirte que acabo de salir del trabajo, pero que no iré a cenar con ustedes, para que no me esperen.
—¿Por qué no vendrás Madison? — el tono de voz de su abuela