MILAGRO DE AMOR
MILAGRO DE AMOR
Por: LaReina
La Empresa Torrens

Albert Punto de Vista

Me senté y me froté los ojos. Se me habían puesto vidriosos por todo el papeleo que había sobre mi mesa. Me entusiasmaba la idea de internacionalizar la empresa de calzado de la familia, pero la cantidad de trámites burocráticos y de obstáculos que había que superar eran suficientes para hacerme estallar.

Sacudiendo la cabeza para quitarme las telarañas, me centré en la tarea que tenía entre manos: conseguir un distribuidor europeo. Esperaba que la teleconferencia que estaba manteniendo con Amer Len cerrara el trato y pudiéramos seguir adelante con nuestra expansión.

Llamaron a la puerta y ésta se abrió. Mi hermano Perseo asomó la cabeza. 

—La abuela quiere una reunión.

—Tengo una llamada en breve. —Se encogió de hombros. 

—Dice que es importante.

Comprobé que tenía todas mis notas y datos para la llamada listos en mi escritorio para cuando volviera. Luego, seguí a Perseo a la sala de conferencias.

Mi abuela ya estaba en la cabecera de la mesa con su asistente de confianza, Andi, a su lado. Con casi rondando los setenta, mi abuela seguía teniendo la mente aguda y el ingenio rápido de una mujer con la mitad de años. Era una fuerza de la naturaleza a la que todos queríamos a muerte. Apreciamos la visión que tuvo de joven cuando desarrolló un negocio de sandalias desde su garaje que hoy en día es una empresa de mil millones de dólares. La había convertido de la nada en una empresa de calzado conocida y respetada a nivel nacional. Mi objetivo era internacionalizarla.

Me acerqué a ella y le di un beso en la mejilla. 

—Buenos días, abuela.

—Buenos días, Albert

—Espero que esto no sea muy largo —dije, tomando asiento en la mesa—. Tengo una llamada con Amer Len pronto. Es casi la hora de cierre en Francia, así que no quiero retenerlo.

—Esto será rápido —me aseguró.

Perseo ya estaba sentado frente a mí disfrutando de un panecillo. Carter, mi otro hermano, entró, y al igual que yo había hecho, le dio un beso a mi abuela y tomó asiento en la mesa. Todos mis hermanos y yo nos quedamos boquiabiertos cuando nuestro hermano menor, Mose, entró con su característica chaqueta de cuero y sus vaqueros. Estaba lo suficientemente entrenado como para besar a la abuela en la mejilla, pero no tanto como para mantener sus modales. Se sentó en una silla y puso los pies sobre la mesa. Fruncí el ceño. Mis otros hermanos negaron con la cabeza.

La abuela también frunció el ceño, pero ignoró el gesto. Seguramente sabía que el comportamiento de Mose era para molestarla y no era de las que se dejaban impresionar.

—Se acerca la hora, chicos.

—Son hombres, Margaret, bueno, excepto Mose. Ni siquiera estamos seguros de que sea humano —bromeó Andi. Era, más o menos, el ídolo de mi abuela, diciendo lo que mi abuela probablemente estaba pensando, pero nunca diría en voz alta.

Mose sonrió a Andi.

—El caso es que me voy a jubilar pronto y necesito saber que dejo la empresa en buenas manos —afirmó mi abuela.

Esto no era ninguna sorpresa y, sin embargo, nos tomó a todos de improviso. Sospecho que, en el fondo, pensaba que ella viviría y dirigiría Torrens Incorporated para siempre.

—¿Qué vas a hacer con tu tiempo libre? —pregunté, sin poder imaginarla tejiendo o dando paseos por la playa para recoger conchas. Era una mujer de negocios hasta la médula. Me parezco a ella en ese aspecto y no sé qué sería de mí si no tuviera este negocio.

—Todavía no lo sé, pero no me preocupa. Todo lo que sé es que estoy lista para seguir adelante. Sé que vosotros... Los hombres, podéis manejar el trabajo de sacar adelante la empresa. Así que hoy voy a pasar a anunciar vuestros nuevos puestos de trabajo. Están basados en vuestras fortalezas.

—Mose no tiene fortalezas —bromeó Carter, lanzando un trozo de papel enrollado a nuestro hermano menor.

—Es un flojo fuerte —dijo Andi.

Todos nos reímos. Mose se encogió de hombros. No le importaba. Yo admiraba eso de él, aunque lo hiciera molesto.

—Ronny, tú serás el Jefe de Operaciones —dijo mi abuela, ignorando las bromas que había a su alrededor.

—Eso es porque eres mandón —bromeó Mose.

Pensé en decir que estaba despedido, pero en realidad no trabajaba en Torrens Incorporated como yo y mis otros hermanos. Se parecía a mi padre en ese aspecto.

—Perseo, tú serás el director de Marketing —continuó la abuela. —Eso tenía sentido. Perseo era creativo y ya trabajaba en marketing—. Carter, tú serás el director Financiero. —Eso también tenía sentido. Era un genio de las matemáticas y probablemente podría haber trabajado en la NASA o algo así, pero prefirió quedarse en el negocio familiar—. Mose, tú serás el director de Tecnología.

En realidad, eso también tenía sentido. Mose era brillante como Carter, pero su problema era que era perezoso. Creó algunas aplicaciones, las vendió por una tonelada de dinero y se dedicó a viajar con su moto. Hacía algún trabajo para nosotros de vez en cuando, pero en realidad odiaba el trabajo corporativo. 

—Yo no trabajo aquí —respondió Mose.

—Mose, es hora de que pongas más atención en tu vida más allá de tu moto. Este papel encaja contigo a la perfección —afirmó la abuela de una forma que para el resto de nosotros se habría tomado como que no teníamos elección.

—Abuela, sabes que te quiero, pero no me interesa. —Mose plantó sus botas en el suelo, se puso de pie y salió de la habitación. Puse los ojos en blanco.

—El hermanito tiene que ponerse las pilas —dijo Perseo.

—Ya hacemos estos trabajos, así que ¿qué diferencia hay en que tengamos esos títulos? —pregunté, dando también a entender que Mose era una causa perdida.

—Importan porque ahora estáis dirigiendo el espectáculo. Los cuatro —dijo.

Había un puesto notable que no había sido asignado. 

—¿Y el de director general? —pregunté.

—No habrá un director general. Tienen que trabajar todos juntos para que la empresa crezca y siga teniendo éxito.

Sospecho que no había director general porque ese trabajo debería haber sido de mi padre. Al igual que Mose, se retiró de la vida corporativa cuando mi madre murió. Creo que la abuela esperaba que algún día volviera, pero nunca lo hizo.

Afortunadamente, salvo Mose, todos nos llevábamos bien, así que no preveía muchos problemas, aunque era posible que tuviéramos alguno si no estábamos de acuerdo en algo. Pero como me esperaba una llamada en breve, no tenía tiempo para preocuparme por ese tema ahora.

—No me iré hasta dentro de unos meses, así que hay tiempo para solucionar cualquier problema. Pero me alejaré de los negocios y os daré más responsabilidad. Aseguraros de no arruinar mi legado, muchachos. Haced que me sienta orgullosa. —Se puso en pie y, con aire regio, salió de la habitación.

Andi recogió sus notas e informes y la siguió hacia la puerta.

—¿Crees que va en serio? —preguntó Carter—. Esta empresa es su vida. ¿Qué va a hacer con su tiempo libre?

—Lo más probable es que lo pase en la playa con su nuevo novio surfista —dijo Andi mientras salía por la puerta.

Todos nos miramos boquiabiertos.

—Está bromeando, ¿verdad? —preguntó Perseo.

No lo sabía, pero no tenía tiempo para discutirlo. Tenía una llamada que hacer y algo que demostrar. Esta empresa era tan importante para mí como para mi abuela. Al igual que ella, pensaba dedicar mi vida a cultivarla y verla crecer.

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