Richard Punto de Vista
Hubo muchos momentos en mi vida en los que esperé con la respiración contenida la respuesta a una pregunta importante. Pero nunca, antes, había sentido que todo mi futuro dependía de ese momento. Mientras Mary estaba sentada en el sofá mirándome, un poco confusa y aturdida, empecé a preocuparme de que la respuesta que esperaba fuera un no.
Una desesperación surgió en lo más profundo de mis entrañas y tuve que hacer algo.
—Te amo, Mary —lo dije de nuevo por si no me había oído la primera vez. De nuevo, los segundos se alargaron como una eternidad y tuve que reconocer que ella no sentía lo mismo.
Pensé que mis peores temores se habían hecho realidad al creer que Mary me había traicionado y humillado. Estaba descubriendo que, en realidad, mi peor temor era que ella no me quisiera. Me esforcé mucho por evitar volver a sentirme así. Y, lo peor de todo, era que este momento era mucho peor que la primera vez que amé y perdí.
Mientras me quedaba ahí sentado sintiéndome