Capítulo 4.

— Declan… mi amor… ¡ayúdame!— Declara Leyra al mismo tiempo que de forma discreta suelta el cabello que tenía sujetado de Beca y comenzar a jadear desesperada.

En ese momento Declan gruñe exasperado.

— ¡Ya suéltala Beca!— grita lleno de rabia  provocando un escalofrío en todo el cuerpo de su pareja— Que la lastimes no me hará verte menos asquerosa y repugnante. — Dijo con desdén.— Sigues siendo una molestia ruin.

De forma brusca y llena de rabia Declan toma a Beca de los brazos y la  bruscamente para alejarla de su protegida.

— ¿Yo soy la mala?— pregunta Beca con tono sarcástico, — debes ser muy estúpido Declan para dejarte manipular por ella de…

En ese momento el Alfa le cruza el rostro con una bofetada.

— ¡Aghhh! — jadea ella al recibir el golpe quedando arrodillada en el suelo por la fuerza del impacto.

— No sé qué estupideces estés pensando para actuar de esta manera, pero… o cambias o pagarás el precio por tus atrevimientos. —  Declaró él con tono despectivo mirándola con altivez — No te voy a permitir que me faltes al respeto de esta manera.

Beca escupe sangre a los pies del alfa.

—Tú y yo estamos en la misma posición de jerarquía — dice con los quijadas apretadas — te tendré el mismo respeto que tú me tienes cuando te acuestas con esta maldita zorra desgraciada.

En ese momento   Declan la patea sin piedad lanzándola contra la pared.

— ¡No!— Grita Leyra tomando por el brazo al alfa— No la lastimes, te digo que ella solamente se esfuerza en lastimarme pero puedo comprender su dolor.

Una risa sonora e incrédula sale de los labios de Beca ante lo que escucha, de las ridiculeces que dice esa mujer.  

— ¡Dile! ¡Dile lo que hacías aquí!—  le grita Beca entre jadeos desesperados por recuperar el aire.

Se contiene de hacer un gesto de dolor al notar que varias costillas están rotas.

 Declan se gira y observa el rostro marcado por la bofetada de Beca.

— Yo… la… verdad…—Susurra Leyra con tono retraído e inseguro, un tono que ella tenía mucho tiempo de practicar— solo venía a disculparme, venía a pedirle perdón por amar a ese hombre que debería ser de ella.

Las lágrimas comenzaron a correr por el rostro de Leyra de forma incontenible.

Y en ese instante Declan se arroja abrazarla para consolarla.

— Tú no tienes que pedir perdón por nada, ella es quien debe comprender—  le susurra el alfa, besando su frente de forma cariñosa— que nosotros somos nuestro verdadero destino.

Escuchar eso rompía el alma de Beca, y era mucho más doloroso que sus costillas rotas en recuperación.

Era ella quién se encontraba en el suelo golpeada, humillada, sobajada y aun así debía mantener el rostro en alto, no les daría el gusto de doblegarse.

— Yo solo quería llevar las cosas tranquilas, de saber que el rescatarte en esa zona de lucha— dice Leyra jadeando y comenzando a negar con la cabeza desesperada— no… no puedo, ni imaginarme un mundo sin ti— declara ella al final aferrándose a su cuerpo.

— Vete, toma un baño cariño, iré a tu lado en cuanto pueda, yo lo voy a resolver.

Leyra asiente y comienza a caminar de forma lenta, como si cada paso le costara una vida completa, en cuanto ellos se quedaron solos, Declan se gira lleno de rabia.

— ¿No tienes suficiente?  ¡Ya deja de humillarte! ¡Mantente aparte en la oscuridad! ¡En la sombra donde siempre debiste estar si quieres seguir manteniéndote con vida!

En ese punto el deseo de verlo caer la inundó por completo.

— No te olvides de mis palabras —declara Beca— todo lo que me estás haciendo… absolutamente todo… lo pagarás con dolor y lágrimas…

Declan siente un escalofrío recorrer su columna, pero comienza a negar con la cabeza, ignorando lo que acababa de suceder.

— Solo aléjate de ella, déjala tranquila y olvídate de exigir algo más lo que te tengo que dar…

En ese momento, Declan se giró para sellar la puerta de madera de la habitación detrás de su partida y dejarla completamente sola.

Beca se limpia las lágrimas que corren por sus mejillas.

— Suficiente —dice ella— no me importa que suceda después, si tengo que pagar el precio por no completar las mil lunas del ritual, si muero desangrada— La recorre un escalofrío solo de pensarlo— Pero buscaré la manera de salir de aquí… El momento está cerca, lo siento.

En ese momento Carola, su loba comenzó a aullar llena de desesperación por sentir a su pareja destinada cerca.

~ Lo siento~ Dice Beca por el enlace mental ~ Pero necesito sentirme segura y aquí es solo una cárcel llena de apariencias~

“Diosa Luna, sé que no te equivocas” El sentimiento de insuficiencia la recorre “Pero creo que te fallaré en esta misión”

*** ——— **** ———

El siguiente amanecer Beca sale vestida de forma impecable, con un moño bajo dejando unos cabellos sueltos y un vestido color ámbar del mismo color de los ojos de Declan, y como  todas las mañanas se encaminaba para encontrarse con su Alfa, al estar ambos en la cima de la escalera, él la toma del brazo  besándola en la mejilla y comienzan a bajar juntos las escaleras.

~ Compórtate, no quiero ideas estúpidas~ Dice Declan por el enlace mental.~ Tu corazón roto no debe manchar el lugar de Luna, aunque no lo merezcas necesito que Leyra ocupe un lugar digno de su devoción~

Beca apretó las quijadas siendo consumida por la rabia.

Al pie de las escaleras como cada día se encontraban todos los seres pertenecientes al servicio de la familia real, quienes en este momento solo eran Alfa Declan y Luna Beca.

Todos los días al llegar el atardecer, cada uno de ellos, excepto unos cuantos de confianza, debían abandonar la torre de Alfa Declan, las apariencias eran  importantes y el respeto a la Luna debía ser puntual.

Ese era el argumento que el poderoso e imponente Alfa había dado al publico, aunque ella sabía que era para cogerse a Leyra con total tranquilidad donde y cuando se le antojara.

Con esos pensamientos en mente Beca sonrió de forma practicada y susurró.

— Bienvenidos sean todos inicien con sus obligaciones, que la manada Sangre Lunar crezca en esplendor.

Después de eso, Declan le daba un beso en la frente a Beca para sellar “el amor” que le profesaría durante ese día y todos se inclinaban para irse a sus respectivos puestos.

El corazón de Beca estaba deshecho pero debía continuar con las apariencias cada uno de los integrantes de la manada la respetaban como su conexión física con la divinidad a la que todos eran devotos, la Diosa Luna , aunque no pudo evitar sacudirse por completo al escuchar a una vieja cocinera susurrar más alto de lo habitual.

— Su amor me mantiene con esperanza…

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