LOS PADRES:

París, la ciudad soñada por todos, la reina de la sociedad, no solo de los humanos, también de los seres sobrenaturales. En especial de los vampiros, debido a sus incontables festejos, los bailes de disfraces que les permiten deambular entre los humanos a la vista de todos sin que nadie se dé cuenta de quiénes son en realidad.  

La plaza de la Riviera, esta noche, arde con la gran festividad de disfraces que se desarrolla. En una esquina, una pareja de vampiros con sus trajes de época observa a la multitud de jóvenes que bailan, ríen, cantan y se divierten.  

—¿No la ves? —pregunta la mujer.  

—No, ella no va a venir aquí, te lo dije —responde el hombre—. Sabe que la estaremos buscando.  

—Es la única ciudad que realmente conoce —vuelve a hablar la mujer sin dejar de mirar alrededor—. Seguro regresa en algún momento.  

—¿Qué te hace pensar que está aún viva? —pregunta la mujer vampira de nuevo.  

—Lo está