MAXAS:

Por un instante, mis palabras acallaron cualquier voz en su mente. Papá miró a la bruja, buscando algún tipo de advertencia o intervención, pero ella solo se limitó a extender una mano con una daga negra en la palma. Yo permanecía de pie en el centro, con la cabeza en alto y los brazos a los costados, expectante. Aunque no decía nada, podía sentir la tensión en mi mandíbula y el latente temor que trataba de disimular para que no lo notara.

—Esto no será suficiente si Maxas no cree completamente en lo que dice ser —dijo la bruja, sin levantar la vista, adivinando mis pensamientos—. Tendrás que subir cada noche a que te dé la luz de la luna para que te fortalezcas. Toma, este es del cabello de Sol, que logré recoger de su cepillo. Mantiene su olor; eso te ayudará a convencerla de que la viste antes.

Lentamente, pasó la hoja por su antebrazo, dejando que la sangre brotara con lentitud. La bruja murmuró un hechizo que no logré entender, y el líquido comenzó a brillar con un tenu