MI VAMPIRO FAVORITO
MI VAMPIRO FAVORITO
Por: Bris
1.INICIO

SOL:

  Siempre escuché decir, que las noches de luna llena, en que brilla más que nunca, no deberíamos salir a medianoche. Pues es la hora en que pululan todas las almas en pena, y seres que se alimentan de la tuya. Miro al cielo, la luna llena resplandece hoy más que nunca. Observo con terror como unas nubes negras se le acercan, y la cubrirán. Apresuro mi ritmo, siempre por el medio de la calle, tratando de permanecer bajo su luz.  Los puedo sentir como me persiguen, como alargan sus huesudas manos para atraparme. No debí romper su única regla; jamás estar en noche de luna llena en la calle. Me lo dijo montones de veces, quedó gravado en mi cabeza.

  Sin embargo, debo pagar la renta, si no lo hago me echaran a la calle; el precio que me pagaron fue lo suficiente para sobrevivir por dos meses. Si en ese tiempo no logro encontrarlo, me iré de este poblado, es tenebroso y de gentes silenciosas. Fue una suerte que el jefe me ofreciera hoy ese doble turno, por el doble de paga normal. Aunque eran muy extraños, todos los clientes que llegaron después de las once de la noche; vestidos de negro; con sus rostros casi ocultos debajo de aquellas capuchas y sus ojos le brillaban al acercarme a recoger sus pedidos. Parecía que me olfateaban; menos mal que llegó Sibeli y me sustituyó.

 Me detengo para tomar aire, recuesto mi espalda en la fría pared y me deslizo hasta quedar sentada en el piso, creo que me voy a desmayar. Busco desesperadamente algo en mi bolso, pero no lo encuentro. Y a mi mente adolorida viene el recuerdo de que lo dejé en mi taquilla. Estoy desesperada, trato de romper mi piel con mis dientes, no lo logro lo suficiente como para expulsar mi sangre a la velocidad que lo necesito.

 Una sombra se detiene delante de mí, me embarga la oscuridad; me sobrecojo sobre mi misma abrazando mis rodillas. Estoy perdida, por mi inmadurez me han atrapado. Tiemblo asustada, cierro mis ojos esperando lo peor. En su lugar, me siento transportada a gran velocidad. Luego mi dedo se pierde en una boca caliente, siento un pequeño picazo y como me es succionada mi sangre. Suspiro aliviada, el terrible dolor desaparece de a poco, me quedo dormida.

Cuando despierto ya es de mañana. Estoy en mi cama, con mi ropa de dormir muy abrigada. Miro mi dedo, está normal. ¿Es que acaso lo soñé? Unos golpes en la puerta hacen que me levante, abro y me asombro ver a la casera sonriente en ella, con unas bolsas.

—Buenos días, señora Nina. Disculpe la demora en el pago, no se que me pasó ayer, me quedé dormida. No obstante, enseguida le entrego el dinero del alquiler, lo tengo completo, le pagaré dos meses— digo corriendo a mi bolso, cuando su risa me detiene.

—¿Es una broma verdad, Sol? —preguntó sonriendo—. Su prometido me pagó todo el año ayer, me pidió además, que no la descuidara. 

—¿Mi prometido ha dicho?— me quedo de una pieza, no es la primera vez que me pasa. 

 Aparece y desaparece de mi vida, sin que yo pueda hacer nada. No sé cómo lo hace, no importa al lugar que viaje,  ni dónde viva, él me encuentra; aunque no tengo ni la menor idea de quién es, únicamente la imagen borrosa en mi recuerdo de la noche en que me salvó. Dejándome desorientada y sola, con dinero, en un país extraño; en medio de una pequeña vivienda, ubicada en una azotea como esta; de la que había pagado el alquiler por todo un año. Con la prohibición en mi mente, de no salir en luna llena.

—Sí, dice que viaja mucho, que por eso no lo he visto —siguió diciendo la señora  Nina. —Debiste decírmelo hija. ¿Dónde pongo las bolsas? Pesan.

—Oh, disculpe.  Póngalas en la mesa —me apresuré a ayudarla en lo que le decía y de inmediato pregunté: —¿Y mi prometido por casualidad le dijo cuando volvería? Es que ayer llegué tan agotada del doble turno, que me dormí hasta ahora 

—Se fue antes que saliera el sol, dijo que vendría entrada la noche. Es muy educado, me pidió permiso para dejarlo entrar en las noches —hablaba la señora Nina acomodando las bolsas en la mesa. —Le di una llave, debiste decírmelo Sol, sé que te prohibí traer chicos. Sin embargo, él es tu prometido, es otra cosa. 

—Ya veo señora Nina, disculpe usted, no quería importunarla —digo soltando un suspiro ante la falta de información. —Y como él mismo le dijo, viaja constantemente, así que no creí necesario mencionarlo.

  Trato de parecer normal, mientras observo su andar. Es una señora de mediana edad, debe haber sido muy hermosa en su juventud, porque todavía lo es. Su cuerpo es estilizado, y siempre está muy arreglada. Tiene un hermoso cabello ondulado negro, con unas hebras plateadas que ella no esconde. Sus ojos son grandes y ovalados, que lleva todo el tiempo maquillados hermosamente, debajo de unas largas pestañas. Todo en ella es pulcro y cuidadosamente arreglado.

  Deposita las bolsas que corro a ayudar, en la pequeña mesa de la cocina, la única que tengo; mi casa cuenta con una habitación central que hace de sala, cocina, comedor; un pequeño baño con todo lo necesario en una esquina, y mi pequeña habitación, donde apretada está mi cama personal, con un mueble para guardar mi ropa, poseedor de un gran espejo. 

 Deja las bolsas, y se gira mirándolo todo alrededor, como si fuera la primera vez que lo hace, para luego girarse sonriente para mí.

—¿Por qué no piensas en mudarte para un mejor apartamento? —mientras habla se mueve por el apartamento. —Precisamente el tercero se vació, es muy bueno, un poco más caro, pero se ve que tu prometido puede pagarlo.

—Me gusta aquí arriba señora Nina —no quiero moverme de aquí, por eso agrego enseguida: — la vista es inigualable y puedo tener a mis gatos. Además, si se habrá percatado, no me gusta depender de otros para pagar mis cuentas.

—Ya veo hija, si te decides házmelo saber —se aleja hasta la puerta. — Ahora me voy, creo que si no quieres llegar tarde a tu trabajo, tienes que salir. No sé para qué lo haces con un novio como el tuyo. Eres hermosa Sol, no sé la historia detrás de su relación, pero que el orgullo no te impida disfrutar de la vida hija.

 Observo las bolsas llenas de comida en la mesa. ¿Quién diablos es ese hombre? Miro todo a mi alrededor, hasta que encuentro la nota en la puerta del refrigerador, la tomo.

 “No salgas en las noches, muchos te persiguen. Espera por mí”

¿Qué diablos? ¿Quién se cree él para decirme lo que tengo que hacer? Aparece y desaparece sin siquiera saludarme. Mejor me preparo y me voy al trabajo o llegaré tarde, no haré doble turno hoy. Pero no puedo faltar y perderlo, me costó mucho que me aceptaran. Las cuentas no se pagan solas, y aunque pagó un año, ahorraré dinero para irme de aquí. No perderé más mi tiempo buscándolo, me iré a un lugar dónde no me encuentre, estoy cansada de que no me deje saber quién es.

 No obstante, vuelvo a mirar la nota, al girarla, veo que tiene en ella dos ojos, y me da la sensación de que me observan, uno de ellos acaba de cerrarse y abrirse. Suelto la nota asustada, y retrocedo dos pasos.

 Sol, estás viendo cosas que no son, ¿cómo una pintura te va a guiñar un ojo?  Recojo el papel con miedo, ahora, además de los ojos, existe una boca que sonríe. 

 Eso no estaba antes ahí, me digo, ¿o sí?  Debajo de ella, de a poco aparecen unas letras como si alguien las estuviera escribiendo en ese momento. No puedo dar crédito a mis ojos, creo que me debo haber dado un golpe en la cabeza y estoy alucinando despierta.

“Recuerda la regla Sol, nunca salgas en luna llena.”

 Árnyék T.

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