La vida da giros inesperados, así fue con Alba una joven empresaria que después de estar 4 años felizmente casada y en espera de su primer bebe es acusada del homicidio de su suegra, su esposo Damián le guarda un profundo rencor, con sus influencias y poder empieza a vengarse de ella, quitándole todo, esperando a que el niño nazca para arrebatárselo y enviarla a la cárcel. Todo esta en su contra... Hasta que conoce a Rafael un medico genio muy famoso que haría lo que fuera por ella, aunque... él oculta muchos secretos. ¿Cómo saldrá de esta situación Alba? ¿Qué le depara en el futuro a esta mujer?
Ler maisEn un hospital en la ciudad de México…
Alba María, una mujer de rasgos agraciados, cabello castaño obscuro y largo, su piel era blanca, sus ojos color miel estaban hinchados de tanto llorar, descansaba en su cama, con una mirada triste, tenía lágrimas secas en su rostro y unas grandes y obscuras ojeras, miraba a la nada en total silencio.
Escucho abrirse la puerta y entro un hombre alto de piel aperlada clara, sus ojos azules reflejaban un destello de odio, estaba bien vestido con un traje negro a la medida, su cabello muy negro peinado hacia atrás que dejaba ver su rostro frio, detonaba peligro en toda la habitación. Hizo una señal a su asistente para que entrara.
“Señora Alba, necesito que firme estos papeles”. El asistente le comunicó a la mujer que solo observaba a él hombre con mucho resentimiento. Tomó los papeles y los leyó.
Frunció el ceño mientras leía y levanto su mirada hacia el hombre. “¿Damián… el divorcio?... Ya te dije que yo no lo hice…” Sus lágrimas corrían por su rostro con mucha indignación.
“Firma Alba, es lo mejor que puedes hacer, acabemos con esto”. Damián la observaba con los puños cerrados y odio.
“Damián hablemos por favor investiguemos este asunto juntos, encontraremos la verdad”.
Él sonrió burlonamente. “La pistola tiene tus huellas… ¡Fuiste tu quien mató a mi madre!”.
Alba negaba con la cabeza. “Eso es imposible yo nunca he disparado una pistola, yo… nunca…. ¡Yo no la mate!”.
“No quiero hablar más contigo, firma los acuerdos”.
Ella de nuevo examinó los papeles y paso a otros que estaban más abajo, sus ojos se abrieron al leer el documento donde entregaría la empresa familiar a su actual esposo Damián Alcántara. “Estas loco, no te entregare la empresa de mi familia”.
“Me entregas la empresa o la arruino, es tu decisión”. La miraba sin ninguna expresión.
“¿Por qué me haces esto, porque no crees en mí, nos amamos… Yo no…”
“Ya no creo en tus palabras Alba, y si, te amé, pero eso se acabó, no te mandare a la cárcel hasta que mi hijo nazca, pero créelo los meses siguientes serán un infierno para ti”.
“Señora, por favor”. El asistente llamado Héctor Gómez, la invitó a firmar lo más pronto posible.
Ella observo a Damián tristemente… después de unos minutos, firmo los papeles y los entrego.
El asistente salió de la habitación y solo quedaron ellos. En completo silencio, mirándose, pero cada mirada era diferente, la de ella llena de dolor y el… su odio se reflejaba inmensamente.
“El abogado vendrá a verte para ceder todos los derechos sobre mi hijo”.
Ella abrió muchos sus ojos con miedo. “También es mi hijo, lo llevo en el vientre, no puedes quitármelo, soy su madre”.
Él se acercó y la tomó fuertemente de la barbilla. “¿Crees que quiera tener a una madre asesina que estará en la cárcel mucho tiempo?”.
Las lágrimas de Alba corrían por sus mejillas. “Damián no hagas esto, por favor, confía en mi”. Trato de tomar su mano, pero él la soltó, estaba muy débil y cayó al suelo.
Damián salió de la habitación mientras escuchaba los gritos de Alba pidiéndole compasión. Lloraba y gritaba fuerte, se escuchaba por todo el pasillo, las enfermeras llegaron a auxiliarla y levantarla inyectando un sedante ligero.
Horas después despertó, en la habitación estaba una pareja discutiendo que deberían hacer en adelante.
“Mario, debemos sacarla de aquí, no podemos dejar que la encierren en la cárcel, está embarazada ya sufrió suficiente”.
“Lo se Diana, pero hay guardias al final del pasillo que vigilan, necesitamos un buen plan, Damián es muy inteligente y con el poder que tiene en toda la ciudad no iremos muy lejos”.
“El… no me enviara a la cárcel todavía…” Alba habló despacio y suave. Ellos giraron para verla. “Será cuando nazca él bebe”.
Diana se acercó a ella. “Amiga, al fin despertaste”. Ella la abrazo fuertemente mientras caían las lágrimas de ambas.
Mario se acercó. “¿Qué fue lo que te dijo?”
“Me obligo a entregar la empresa de mi familia y a firmar los papeles del divorcio…”
“Maldito infeliz”. Exclamó Mario enojado.
“Me quitara a mi bebe… me quitara todo…” Alba lloraba incontrolable.
Diana acariciaba su espalda consolándola. “Tranquila Aly, nosotros te ayudaremos, Mario te sacara de aquí”.
“No, no quiero que se involucren, los destruirá también, no. Deben alejarse de mi”.
“Alba María González no nos alejaremos de ti, sabemos las consecuencias, ya hemos empezado a movernos de esta ciudad, tú iras con nosotros, ¡Me entiendes!”. Mario le dijo tajante.
“Pero… él nunca dejara de buscarme, no viste su mirada, me odia, me odia tanto… No quiere ni escucharme”.
Diana acomodo y cobijo a Alba. “Debes descansar por favor, mañana vendré a verte, ¿De acuerdo?”.
Alba asintió. Cuando salieron ella descanso por algunas horas en su cama hasta que Damián regreso, él se sentó en el sillón que había en la habitación y la observaba durmiendo, por un momento no creía todo lo que paso, ¿Como su esposa la mujer que más amaba pudo matar a su madre a sangre fría?, las pruebas demostraban su crimen, el video del hotel donde se encontraron, la pistola con sus huellas, el registro del arma, ¡Todo!, se sentía tan dolido y amargado por amar a una asesina.
Ella despertó poco a poco y observo alrededor de la habitación hasta encontrarlo mirándola. “¿Qué quieres ahora Damián?”.
Damián se levantó y camino hacia ella. “Vine a ver a la asesina de mi madre”.
“…” Alba cerró sus ojos para dejar caer lágrimas.
Él se acercó, levantó su barbilla y la miro a los ojos. “Vendré a visitar a la asesina de mi madre todos los días y le recordare lo que hizo”.
Alba quedo estupefacta, el sufrimiento acaba de empezar para ella, lo sabía, Damián nunca la dejaría en paz. Él volvió al sillón y se sentó para observarla detenidamente sin hablar. Después de un largo tiempo se levantó y se fue.
Dejando a Alba en silencio hiperventilando y sollozando.
Carlos terminó de leer toda su información y observo la foto, ella solo estuvo casada un año y se quedo sola con su hija. – debió ser difícil para ella- Pensaba Carlos. Días después la señora Ana visitaba a María en la florería. “Y… ¿Como te fue en la cita?”. María terminaba unos arreglos. “Bien”. La señora frunció el ceño. “¿Lo volviste a ahuyentar?”. María respingo. “No necesito ahuyentarlos, al verme con mi hija ellos solos se alejan”. Ana tomo la mano de la chica. “María, tus padres están preocupados por ti y por Victoria, debes pensar en casarte y darle una familia completa a la pequeña”. María la miro. “Puedo hacerlo sola”. “Pero…” Se escucho la campanita de la puerta de entrada y ambas giraron a ver al cliente que entro. Era Carlos, la señora Ana sonrió feliz. María miro al hombre extrañada de verlo de nuevo, la pequeña Victoria que jugaba en su corral levanto la vista al ver a Carlos y sonrió. “Hol
Carlos a regañadientes acepto, con el paso de los días empezó a hablar con Damaris sobre trabajo siempre se presentaba inoportunamente a molestarla en horas de trabajo, pero lo único que el deseaba es verla y hablar con ella. Los días pasaron, Carlos salía con alguna chica, pero solo por calmar sus ganas, ni siquiera hablaba con ellas, para que, si sus conversaciones eran frívolas y aburridas, se la pasaba comparando a Damaris con todas y por mucho Damaris era la ganadora. Carlos espantaba a los pretendientes de Damaris, doctores o enfermeros del hospital y alguno que otro benefactor que coqueteaba con ella. Damaris nunca se dio cuenta de esto, después que despidieran a Rebeca ella se metió de lleno en su trabajo con Aurora. Hasta que un día cuando llego con Rafael al hospital conoció a Giovani otro tipo interesado en Damaris pensó. Días después Carlos tenia mucho trabajo con Rafael no pudo ahuyentar a Giovani quien seguía apareciendo en el ho
Después de terminar su trabajo la llevaría a comer a un buen lugar. Damaris despertó cansada pero una gran sonrisa se formo en sus labios, miro alrededor y no encontró a Carlos, observo la mesita y tomo la nota para a leerla, ella se levantó se ducho y se fue al hospital. Al llegar se encontró con aurora en el ascensor. “Hola Damaris”. “Hola jefa”. Damaris tímida la saludo. Aurora negó. “Te he dicho que solo Aurora por favor casi somos de la misma edad”. Entraron al piso, Rebeca esperaba en su escritorio. “Buenos días Aurora”. Aurora sintió haciendo una media mueca. “No le gustaba algunas actitudes de Rebeca, aunque era buena en su trabajo”. “Buenos días”. Aurora miro a Damaris. “Acompañe a mi oficina para revisar algunos pendientes”. Ya en la oficina, Damaris anotó todo su trabajo de hoy al final Aurora le comentó. “Rafael no vendrá hoy tiene algunos problemas en el laboratorio, ¿Comemos juntas?”. Damaris asint
Los días eran calurosos en la ciudad, Carlos se levantaba de la cama para darse un baño y despues vestirse, miraba a la mujer acostada en la cama y sonreía recordando lo que paso en la noche, otra de sus tantas conquistas en el hospital, era un mujeriego empedernido.Al terminar de vestirse, la mujer se levanto para ir al baño. Carlos solo le preguntó. “¿Tienes turno hoy?”.La mujer salió buscando su vestido. “Si, ¿Puedes dejarme en la entrada?”.El asintió se acerco y la beso. “Pero todavía tenemos tiempo”. Empezó a besarla y quitarle el vestido, pero su teléfono sonó.Carlos lo tomo mirando el nombre de Rafael en la pantalla y lo contestó. “Estaré ahí”.La mujer hizo una mueca. Y Carlos sonrió. “El deber me llama”.Juntos salieron del departamento, Al llegar al ho
Damián levantó la mirada a la puerta como si la viera. “No puedo estoy borracho”. Ella suspiró y abrió la puerta mirándolo detenidamente. “¿Porque estás aquí?”. “Necesitamos hablar”. Verónica observo su estado. “No podemos hablar si estas en ese estado”. Lo ayudo a sentarse en el sillón. Damián tomo su mano y la arrastro con él al sillón. Verónica solo chillo. “¿Qué haces?”. Ella quedo recostada en el pecho de Damián. “Solo quédate quieta”. Le susurro. Verónica no se movió, el contacto de ambos la tranquilizaba, respirando hondo su colonia varonil. Después de unos minutos Damián le dijo. “No te cases”. Verónica escuchó sus palabras y preguntó. “¿Por qué?”. “No quiero verte con otro hombre”. Verónica resoplo tratando de levantarse, pero Damián la abrazo más. “Verónica no quiero perderte… me di cuenta que eres la mujer que quiero a mi lado, soy un estúpido por no darme cuenta antes”. Ella lo miraba
Verónica asintió. “Eduardo quiere que nos vayamos en un mes, nos casaremos después de instalarnos, sé que estas a medio semestre, cuando termines puedes irte a vivir con nosotros”. “Si mamá, lo resolveremos”. Dante salió del negocio de su mamá, él estaba feliz por ella, pero un poco triste porque esperaba que al final se quedara con Damián que ya lo veía como un padre. Caminado por la banqueta llamo a Damián. “Hola”. “Damián, soy Dante, Quería pedirte un favor”. Damián sonrió. “Claro, dime en que te puedo ayudar”. "Mamá se mudará a fin de mes a USA, buscare donde quedarme mientras termino mi semestre, solo serán tres meses, ¿Sabes de algún lugar?”. La línea se quedó en completo silencio hasta que Damián preguntó. “¿Tú… mamá se ira?”. Dante sonrió. “Si, el señor Martínez le pidió que se casaran y que se fuera a vivir con él”. “Entiendo”. Dante preguntó. “Entonces, sabes de algún lugar”. Damián le dijo. “L
Último capítulo