Capítulo 40. Primer encuentro con Andrés
En realidad, a Mariana sí le gustaban los niños, solo que solía decir que eran unos diablillos disfrazados… y no mentía, porque su sobrino le había dado bastante con qué lidiar últimamente, ya que sus diabluras eran cada vez más extremas.
Después de que Silvia se fue, Andrés se le acercó y le dijo:
—Señorita, ¿podemos sentarnos aquí?
Y le señaló un par de sillas.
—Claro —respondió Mariana.
Una vez sentados, Andrés comenzó a bombardearla con preguntas: su nombre, su edad, su comida favorita… y, más adelante, incluso si tenía novio o estaba casada.
Mariana le respondió la primera pregunta, pero cada vez que lo hacía, él le hacía otra aún más personal.
Lo miró, un poco estresada, y pensó: “Este es el niño del que todo el mundo en esta casa dice que solo habla con el señor Felipe”.
Luego volvió a pensar: “No me quiero ni imaginar si hablara con los demás… ¿Cómo sería? Porque este niño parece una locomotora hablando. Tal vez, si cerrara la boca, empezaría a hablar por los poros de su piel”