Capítulo 38. Volver a probar tus labios
Mariana lo miró un momento y, algo apenada, le dijo:
—Quizás sí me hice un poco de daño.
—Quédate aquí y no te muevas, voy a llamar al médico para que venga a revisarte —le respondió Felipe un poco preocupado por ella.
Mariana abrió mucho los ojos, sorprendida de ver a un jefe preocuparse tanto por una simple sirvienta, sobre todo cuando ni siquiera se había herido, solo era el dolor por el golpe.
En ese instante, Felipe se levantó para ir a buscar al médico, pero Mariana lo jaló del brazo para detenerlo. Tuvo tan mala suerte que, al girarse, Felipe resbaló con el piso húmedo y cayó accidentalmente sobre ella.
Se quedaron mirándose por un instante, hasta que Felipe bajó la cabeza y comenzó a besarle los labios. Y al hacerlo, no pudo contener el deseo que lo consumía desde hacía tiempo. El sabor único de esos labios lo transportó de nuevo a aquella noche, y por un momento sintió que estaba besando a aquella mujer sin rostro y sin nombre que se emocionó más de la cuenta.
Mariana también