Cinthia la miró y se rio, luego le dijo:—En primer lugar, el chiste de los castigos es que nadie sepa quién eres. Y en segundo lugar, ¿crees que tu tía y las demás personas de esta casa te permitirán hacer algo? Acaso olvidas que esta mansión es tuya, y por más que nosotras te vigilemos, no vamos a estar siempre contigo.Mariana respondió:—Bueno, lo intenté...Luego les preguntó:—¿Y ya encontraron a la familia para la que quieren que trabaje?Vero y Cinthia se miraron, ya que ni siquiera se habían puesto a buscar la casa donde Mariana iba a trabajar.Cinthia fue la primera en contestar:—No te preocupes, que antes de que aprendas a lavar un plato, tu empleo ya te estará esperando.Mariana las miró, suspiró profundamente y se fue de nuevo a la cocina.Mientras tanto, Vero y Cinthia se quedaron en la sala hablando sobre cómo conseguirle un empleo a Mariana.—¿Te acuerdas de Julieta Gutiérrez? —dijo Cinthia—. La que estudió contigo y que acogimos en nuestro grupo por un tiempo.—Sí —r
Después de que se separaron, Mariana le dijo:—Julieta, ¡cuánto tiempo sin verte! Pensé que no te volveríamos a ver, porque desde que volviste a tu país, no supimos más de ti.Julieta respondió: —¡Imposible! Justo estaba pensando en ir el próximo mes a visitarlas, pero se me adelantaron.Luego, tomó sus manos y dijo con una sonrisa:—Vamos, que estamos dando un espectáculo.—Y gratis, que es lo peor —añadió Cinthia con tono burlón.Julieta las condujo a un salón vacío, donde comenzaron a hablar de sus vidas, del divorcio de Mariana y de muchas cosas más.Por otro lado, a Felipe lo habían invitado, pero no quería ir. Sin embargo, Santiago trataba de convencerlo, ya que no quería asistir solo.En ese momento, Felipe había decidido acompañarlo, y apenas le dijo a Santiago que iría con él, tocaron a la puerta. Y entraron dos modelos, quienes serían sus acompañantes esa noche.Felipe miró a Santiago y le dijo:—Ya lo tenías todo planeado, ¿cierto?—Sí —respondió este, sin mirarlo a la car
Mariana ya no se reía como cuando eran sus amigas quienes pagaban los castigos. Ahora que le tocaba a ella, no le encontraba la gracia por ningún lado. Luego se dijo a sí misma:—Bueno, toca pagar… no importa, tres meses se van rápido. Ojalá los dueños de la casa sean amables y agradables conmigo, y no me maltraten durante el tiempo que estaré con ellos.Cinthia la miró y le dijo:—Bueno, vámonos de compras.Mariana le contestó de inmediato:—No. Hoy me voy a dedicar solo a descansar lo más que pueda. Dado que no sé cuándo volveré a hacerlo —lo dijo con tono lastimero, esperando que Cinthia y Verónica, la cual acababa de entrar, se sintieran un poco culpables. Luego añadió: —Además, tengo mucha ropa que ni siquiera he usado.Cinthia la miró con los ojos bien abiertos y le respondió:—¿Tú crees que una sirvienta puede andar con un vestido que cuesta más que su salario anual? ¿No crees que en esa casa se van a preguntar cómo es que una sirvienta viste con ropa de marca? ¿Cierto?En ese
Mariana se presentó de inmediato y le dijo que, a partir de ahora, serían compañeros de trabajo. El señor también se presentó con el nombre de Gregorio y dijo:—¡Oh, ya veo! Tú eres la nueva sirvienta.Mariana le respondió:—Así parece.El señor, muy formal, le indicó el camino por donde debía ir.Sin embargo, Mariana ya había olvidado las instrucciones que él le había dado, así que no le quedó otra opción que entrar por la puerta principal. Cuando tocó, la puerta fue abierta por una señora de unos sesenta años, aproximadamente.Llevaba puesta una falda por debajo de las rodillas, una camisa blanca abotonada que llevaba por dentro y un chaleco del mismo color que la falda.Mariana la saludó con un “buenos días” y se presentó con el nombre de Anna Smith. La señora, que resultó ser el ama de llaves de la mansión, se presentó como Blanca. Le devolvió el saludo y le preguntó:—¿Eres tú la nueva empleada de la casa?—Sí, señora —respondió Mariana, algo nerviosa.De inmediato, la señora le
Mariana estaba en el jardín, observando el cielo estrellado, mientras pensaba que los dos años que había pasado al lado de Jacob no habían sido más que una vil mentira… y una pérdida de su valioso tiempo. Lo único rescatable de ese matrimonio era haber confirmado que sus padres tenían razón: Y en la vida siempre habrá personas que solo buscan su propio beneficio. Si no es dinero, será cualquier otra cosa que les convenga.Aun así, encontró un pequeño consuelo: al menos con este divorcio no perdió ni un centavo de su dinero, ni una sola de sus propiedades.Se sentó en una silla para acomodarse mejor entre sus pensamientos, y entonces sacó su teléfono del bolsillo del pantalón. Al revisar sus redes sociales, se dio cuenta de que aún no había eliminado las fotos ni los videos que había compartido durante esos años junto a Jacob.Luego comenzó a recordar el momento en que lo conoció. Era un día lluvioso. Estaba sola, varada en medio de una carretera desolada. Su auto no arrancaba y la señ
Jacob, al verla acercarse, no pudo evitar sonreír y le puso una taza de café caliente en la mano.Ella lo miró a los ojos, y una sonrisa tímida se dibujó en su rostro, mientras una ligera vergüenza la invadía al recordar todo lo que había sucedido la noche anterior.Jacob, al notar cómo ella cogía la taza de forma descuidada, rápidamente le dijo: Cuidado, te quemas.Ella, al escuchar su voz preocupada, se dio cuenta de inmediato de que había tomado la taza mal, sin considerar lo caliente que estaba el café. Un ligero susto la invadió, pero agradeció la advertencia, sonrojándose levemente mientras corregía su agarre.Luego ella le dio las gracias, sonriéndole con afecto, una sonrisa que reflejaba lo feliz que se sentía en ese momento. Así, sin darse cuenta, el tiempo había pasado rápidamente, y un año de noviazgo había transcurrido. Para celebrar su primer aniversario, Jacob le propuso una salida especial. Ambos habían estado tan ocupados con sus obligaciones que no habían tenido tiemp
En ese momento, Mariana comenzó a reírse, y Camille la siguió con una carcajada.—¡No te rías! —le dijo Camille con una sonrisa, aún divertida—. Ya Robert me ha estado hablando del matrimonio desde hace rato… y cada vez que toca ese tema, yo le cambio la conversación. Luego Mariana le tomó las manos con dulzura, la miró a los ojos y le dijo:—Primero, me reí por la forma en que lo dijiste… ¡Y por la cara que pusiste al hablar!Y segundo… tienes que saber que no todos los hombres son iguales.Luego, con un tono más serio y lleno de cariño, continuó:—Solo tienes que ver la relación que tenían nuestros padres, a Bruno y a su esposa… Y ahora te digo algo: Robert también se ve como un buen hombre.Así que… no le tengas miedo a la felicidad.Y por favor… que lo que me pasó a mí no sea un obstáculo para tu felicidad.Camille la abrazó con fuerza y le dijo, con una enorme sonrisa:—Gracias.Mariana le devolvió el gesto con cariño y respondió:—La próxima vez que Robert te hable de matrimoni
Y por más que Felipe quisiera estar con su hijo para ayudarlo a mejorar, a veces le resultaba muy difícil. Su trabajo y otras responsabilidades lo absorbían casi por completo.Sus padres hacían todo lo posible por suplir lo que él no podía, pero no era lo mismo… no era el amor de una madre.Una y otra vez se preguntaba cómo una madre era capaz de abandonar a su propio hijo, más aún sabiendo que había nacido prematuro.—Está bien, que me dejara a mí —pensó con amargura—, pero ¿a su hijo?Luego negó con la cabeza, intentando convencerse de que ya no importaba.Sin embargo, el dolor seguía ahí, como una herida que no terminaba de cerrar.Y aunque trataba de enterrar esos sentimientos, una y otra vez se repetía que nunca la perdonaría lo que Sofía les había hecho, a él y a su hijo, ya que eso no tenía justificación.Y en medio de todo, la misma pregunta lo atormentaba, como un eco constante en su mente:—¿Tan mal hombre soy?Enseguida, se preguntó a sí mismo:—¿Por qué te fuiste sin decir