Capítulo 7. La elegida de la Diosa
Por otro lado, una hermosa bruja observaba todo lo que Brando hacía a través de su bola de cristal. Dado que desde que lo maldijo convirtiéndolo en un lindo husky siberiano, le había puesto un seguidor mágico dentro de su piel para ver y escuchar todo lo que ocurría con él. Y aunque últimamente había estado ocupada con su coronación como líder de su raza —pues la anterior bruja mayor había muerto y, siendo ella la más poderosa, le correspondía sucederla—, no había tenido tiempo de vigilar a Brando.
Pero ahora que retomaba su atención en él, se estaba dando cuenta que él había cambiado mucho, pues antes no le gustaba estar en la gran ciudad y ahora por lo que veía, era el que se estaba haciendo cargo de todos los negocios que tenía su manada.
Y eso no le gustaba en absoluto, pues aquella niña que lo cuidó cuando estaba convertido en perro vivía en la gran ciudad, y Brando seguramente la estaría buscando para pedirle perdón por lo que le hizo en el pasado y, a su vez, recompensarla.
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