Grecia no quería soltarla, la extrañaba mucho y se dio cuenta que la pequeña estaba creciendo muy rápido. “No te preocupes, mamá siempre estará para ti, pronto vendré a vivir aquí”.
La niña estaba emocionada. “¿De verdad?”.
Grecia afirmó. “Buscaré una casa cerca de aquí, para que sigas viendo a tu nana”.
La niña se levantó brincando. “¡Si! ¡Mamá vendrá a vivir conmigo!”.
Grecia la detuvo poniendo un dedo en sus labios haciendo la señal de silencio. “!Shhh¡, Recuerda”.
La niña se sentó y dijo bajito imitando el gesto de Grecia. “No deben saber que eres mi mami, es un secreto”.
Grecia sonrió alegre de que su hija fuera tan inteligente. “Bien, vamos a terminar de cambiarte”.
La niña se levantó parloteando sobre sus cuentos y muñecas, Grecia la escuchaba atenta mientras terminaba de arreglarla.
Abajo…
Después de charlar un buen rato de equipos quedaron en silencio, Lalo miró al hombre. “¿La quieres?”.
Noa se giró y afirmó rápidamente. “Si, le pedí que nos casáramos”.
“¿Aceptó?”.