CAPÍTULO 47.
MARCOS VACILLE.
NUESTRO PEDACITO DE SOL.
A medida que voy leyendo, el corazón se me va acelerando y al mismo tiempo se ha formado un nudo en mi garganta que debo tragar para pronunciar cada palabra. La emoción me embarga dentro de mi pecho al darme cuenta de lo que está pasando y lo que me está revelando esta inesperada sorpresa.
Mis lágrimas salen sin previo aviso, se deslizan suavemente por mi rostro, quiero moverme y hablar, pero ambas no puedo hacerlo, así que me esfuerzo en hablar y logré articular unas cuantas palabras.
¿¡Vamos a tener un bebe?! Más que una pregunta, es una afirmación que exclame.
Mónica repite y puedo notar lo conmovida que también está, no solo por su voz, sino también por el brillo de sus ojos. Camina hacia mí con pasos lentos y es cuando yo hago lo mismo hasta encontrarnos frente a frente.
— Sorpresa —dice Mónica, llorando y riendo al mismo tiempo; ambos estamos emocionados.
No emito palabra, solo necesito sentir su calor, de su boca, de su cu