29. CHAMPAÑA REFRESCANTE.
Nos movimos por el lugar y llegamos a una Isla que había entre la cocina y el comedor, la senté allí y con sus lindas manos abrió mi pantalón y me quito la camiseta. Yo estaba abriendo la champaña porque lo que tenía en mi cabeza dando vueltas lo iba a hacer sin titubeos.
—Mierd@ Valeska me la pones dura.
—Ivar, yo... —se mordió el labio y arrancó cada prenda que estaba sobre su piel con rapidez y violencia.
Aunque no la falda, esa faldita me estaba haciendo fieros desde la mañana y yo solo quería dejarla enrollada a su cintura para perderme duro entre sus piernas.
Puse la botella a un lado, la levanté sobre ese frío mármol pues la quería de rodillas, con su rostro pegado a la dura superficie, rasgué la ropa interior de encaje.
Una palmada y un gemido.
—Eres deliciosa —estaba hipnotizado mirando su intimidad con morbo, deseo, pasión y si, adoración.
Tome la botella entre mis manos y bebí un gran sorbo, luego di varios besos por su nalgas y un mordisco, no estaba gimiendo, se