Ian rasgó la delicada tela de la camiseta mientras la recostaba sobre la cama. Estaba demasiado impaciente como para ponerse a desabrochar todos los botones de aquel juego de dormir.
_ ¡Juro por Dios que voy a comprarte otro! _ soltó, haciéndola reír.
La deseaba, Ian la deseaba con tanta urgencia, con un desenfreno tal que apenas podía sacarse su propia ropa.