CAPÍTULO 25

Ian rasgó la delicada tela de la camiseta mientras la recostaba sobre la cama. Estaba demasiado impaciente como para ponerse a desabrochar todos los botones de aquel juego de dormir.

_ ¡Juro por Dios que voy a comprarte otro! _ soltó, haciéndola reír.

La deseaba, Ian la deseaba con tanta urgencia, con un desenfreno tal que apenas podía sacarse su propia ropa.

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