Andrea se rio y la jaló para que se sentara de nuevo.
—No es eso lo que quiero decir. Lo que digo es que los Hernández son como un hoyo de fuego, yo a duras penas logré salir de ese hoyo, pero no pensé que habría gente que tan joven ya tiene prisa por meterse a ese hoyo.
Luciana le dio un golpecito en la cabeza: —¿Estás bien, querida? ¿En serio sientes lástima por una amante? Te digo que tienes síndrome de moralista, hay que curarte.
Andrea suspiró resignada: —Yo también lo creo, pero de cualquier manera, ya empecé una nueva vida. Todo lo de los Hernández, de ahora en adelante no tiene nada que ver conmigo.
Mientras tanto, del otro lado, cuando llegó la hora propicia, la ceremonia comenzó oficialmente. Como no hubo ceremonia de recoger a la novia y el padre de Julieta tampoco pudo asistir, se cambió para que los novios entraran juntos.
Con la señal del maestro de ceremonias, Julieta entró a la escena del brazo de Miguel. Luego caminaron por la alfombra roja, avanzando poco a poco hacia