Después de decir esto, el gerente se dirigió al lado de Andrea y continuó hablando cortésmente.
Viendo la sonrisa en el rostro de Andrea, Julieta casi apretó los puños hasta lastimarse. ¿Qué tenía de especial? Al final de cuentas, no era más que haberse beneficiado de la influencia de Miguel, o de la influencia de los Castro. Ella simplemente no había tenido un buen origen, pero en nada era inferior a Andrea.
Pensando esto, Julieta apretó los dientes y luego se dio vuelta para irse. Era solo una tienda cualquiera, no creía que con dinero no pudiera comprar cosas buenas en otro lugar.
Al llegar a la puerta y pasar junto a Andrea, se detuvo por un momento. Resopló fríamente: —Andrea, no te creas mucho, ya veremos.
Andrea no se molestó en responderle, ni siquiera la miró.
Julieta apretó los dientes y pateó el suelo de la rabia, y añadió: —Miguel y yo nos vamos a casar muy pronto, así que tienes que venir sin falta. Hablando de eso, realmente te tengo que agradecer por haber cuidado a Migu