Miguel, que recibió el mensaje, estaba en su oficina revisando documentos. Al ver las palabras "en cualquier momento pueden aparecer signos de recaída", inmediatamente frunció el ceño y le marcó a Julieta.
Julieta se imaginaba que si lo veía definitivamente le marcaría, así que se quedó sentada en el carro esperando.
Al ver quién llamaba, se le formó una sonrisa en los labios.
—Miguel, ¿no estás ocupado ahorita?
—No, hoy no estoy muy ocupado. ¿Ya te hiciste los estudios?
Julieta intencionalmente suavizó la voz para sonar más frágil.
—Ya me los hice, no es nada grave, Miguel. De cualquier manera, en esta vida todavía tengo la oportunidad de ser tu novia una vez más, ya estoy muy conforme.
Mientras más la escuchaba hablar así, más mal se sentía Miguel. Tenía la sensación de que la había defraudado.
Apretó los labios y en ese momento tomó una decisión.
—No digas tonterías, Julieta, adelantemos la boda.
Julieta no se esperaba que un simple expediente médico fuera a tener tanto efecto.
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