En ese momento, se abrió la cortina y apareció Julieta vestida de novia.

Miguel quedó momentáneamente aturdido, no porque ella se viera especialmente hermosa con ese vestido, sino porque la escena evocaba en él recuerdos diferentes.

Años atrás, Andrea, al igual que Julieta ahora, se había puesto un vestido de novia llena de ilusión, dispuesta a casarse con él.

En aquel entonces, Andrea realmente lo había deslumbrado, y desde ese momento, él había insistido obstinadamente en que el blanco le sentaba bien a Andrea.

Al ver a Miguel desconcertado, Julieta notó que algo no iba bien.

La vendedora, sin embargo, no se dio cuenta de nada.

—Esta señorita es muy afortunada. Se nota que su prometido está completamente enamorado, no deja de mirarla ni un segundo.

Julieta sonrió ligeramente. Adivinaba que, en ese momento de distracción, Miguel estaba pensando en Andrea.

Pero, inteligentemente, no expresó su sospecha en voz alta.

En lugar de eso, se acercó a él.

—Miguel, ¿te gusta este vestido de nov