Mientras hablaba, las lágrimas de Julieta no dejaban de caer.
—Pero al final, lo que me esperaba era ver cómo te casabas con otra, sin tener siquiera la oportunidad de retenerte.
Escuchando estas palabras, Miguel no podía evitar recordar escenas de su infancia juntos.
Aquella vez que Julieta, tras la muerte de su madre, llegó por primera vez a su casa.
Se veía tan pequeña y delgada, siguiéndolo y llamándolo "hermano".
En ese instante, su corazón se había derretido.
Más tarde, cuando por fin tuvo una hermana como deseaba, hizo todo lo posible por tratarla bien, comprándole vestidos bonitos e incluso horquillas para el pelo.
Ella era como una rosa que él había cultivado con sus propias manos, transformándose poco a poco de una flor marchita a una radiante, volviéndose deslumbrante.
Y los sentimientos entre adolescentes fueron cambiando gradualmente.
De considerarla al principio como una hermana, a caer paso a paso ante ella.
En realidad, Miguel sabía perfectamente que, de no haber sido p