Luciana también se sintió un poco avergonzada, como si hubiera sido demasiado dura.
Tosió ligeramente, incómoda:
—Está bien, no hay prisa, puedes pagarlo poco a poco.
Al ver que ella aceptaba, José no pudo evitar sonreír.
—Eso es genial. Calcularé cuánto puedo pagarte cada mes.
Luciana, fingiendo impaciencia para terminar el tema cuanto antes:
—Ya, ya, hemos venido a ver al tío, ¿cómo acabamos hablando de cuentas?
Tomás y Diana, observando a los jóvenes, empezaban a sospechar que algo pasaba entre ellos.
Aunque pensándolo bien, el carácter honesto y directo de José parecía complementar perfectamente la personalidad vivaz y franca de Luciana.
Después de un rato, viendo que se hacía tarde, Vicente y Luciana se prepararon para marcharse.
Tomás acababa de salir de cirugía y necesitaba descansar.
José, al verlos, también se fue con ellos.
Andrea acompañó a los tres hasta la planta baja.
Viendo a los jóvenes caminar hacia la salida entre risas y charlas, Tomás y Diana se sintieron reconforta