Adalet cerraba sus ojos, negándose a sí misma a aceptarlo… ¿Qué tenía él que a ella le podría gustar? ¡Era absurdo!
"Sí… Es un macho fuerte… Quizá el Alfa más fuerte… Pero… No es para, para tanto…"
Pensaba ella, mientras abría nuevamente sus ojos, esos de un hermoso verde esmeralda que se posaban en ese hombre lobo, cuya cabeza se perdía entre sus piernas. Entonces lo veía, a ese macho disfrutando de ella, a ese Alfa poderoso que se negaba a dejarla ir.
Sus manos se perdieron en caricias a su cabeza, agarrándolo del cabello oscuro que era levemente cubierto por su aura dorada.
¿Por qué la diosa les había dado un don tan poderoso?
Cruzó la pregunta en la cabeza de la loba… ¿Tenía que ser tan injusta?, o también… ¿Les dio una debilidad?
Una pequeña sonrisa curvó los labios de la hembra, ante la idea de que Zefor tuviera una debilidad de la cual ella pudiera aprovecharse para liberarse de él, pero… Antes siquiera de pensar más al respecto o decirle algo…
—¡AH!~ —sus intensos g