—¿Lo vez, Luna?, has caído en tu propio engaño. Dices porqué no hablamos de mi marca m@ldita, y después que ni siquiera has tenido tiempo de nada —dijo ese macho en tono burlista—. Hmm, eres una hembra mentirosa e indecisa —añadió él, mientras dos de sus dedos comenzaban a penetrarla lentamente.
—¡AH, SUFICIENTE! ¡BASTA ZEFOR! —gritó ella, pero su voz salió más aguda y temblorosa de lo esperado.
Él levantó la mirada, y arqueó una ceja.
—Soy el Rey Alfa, Luna. Abre las piernas como una linda esposa obediente o cancelo el maldito trato.
Ella soltó una risa fría.
—¡Te odio…! —rugió viéndolo sin pestañar. No se iba a mostrar débil, y la idea, de que él quisiera dominarla como un puto animal inferior, la enfureció.
Luna Adalet con sus manos levantó bien el vestido, dejando expuestos sus muslos por completo. Con un descaro inesperado para ese macho Alfa, su esposa separó sus piernas.
Él, aún sentado en el escritorio, se quedó viendo fijamente la belleza de la hembra. El aroma