El viento soplaba con fuerza en la cima de la montaña, luego de que Jareth haya subido con los gemelos.
Los tres caminaban con paso apresurado. Jareth iba por delante, sus pasos eran firmes, seguros, el lobo joven de catorce años no decía nada, sólo los guiaba en silencio. Su espalda recta y su expresión seria no dejaban ver ninguna emoción.
—¿Ya casi llegamos, Jare?~ —preguntó Draven, con una sonrisa, trotando unos pasos detrás de él—. Dijiste que había una cueva mágica, ¿verdad?, y ahí estará mi papito~
Jareth asintió apenas con la cabeza.
—Ya está cerca. Sólo tenemos que cruzar ese río —señaló con el dedo índice.
Los gemelos se detuvieron al ver el ancho río de aguas rápidas que se deslizaba entre las piedras.
Se escuchaba el murmullo constante del agua chocando contra las rocas. La luna se reflejaba en la superficie, haciendo que el agua pareciera moverse con pequeños destellos plateados.
Draven abrió sus ojos con emoción, por otro lado, Alaric buscó olfatear el aroma i