Evelyn
El aire en la sala es pesado , cargado con el olor de la madera quemada de las antorchas y el perfume de los lobos que me observan con desconfianza.
Pero la mirada que realmente me quema la piel es la de él.
Leonard Blackthorne.
Sentado en ese trono como un rey inescrutable , con sus ojos plateados fijos en mí.
— Voy a preguntarte una última vez. ¿Quién eres?
Su voz es baja, profunda, como un trueno a punto de desatarse y sé que la realidad no es muy distinta. He estado jugando con su paciencia, pero él no entiende que no le estoy mintiendo.
La respuesta que le doy es la verdad, aunque a él no le guste.
Estoy agotada. El dolor me consume. Pero me niego a doblegarme.
Lo miro de frente y trato de impregnar toda la frustración que puedo en mi mirada, aún cuándo estoy aterrada.
—No soy nadie. No soy nada, ya se lo dije.
Él no reacciona. O al menos eso es lo que creo, pero en un parpadeo se ha movido tan rápido que me veo obligada a retroceder mientras mi corazón late acelerado.
— No