Evelyn
La habitación está en penumbras, pero la luz de la luna se filtra por la ventana, proyectando sombras alargadas en las paredes. Mis dedos tiemblan cuando toco mi cuello, sintiendo la piel caliente donde la marca de Leonard ahora está impresa en mí.
No quiero creerlo.
No puedo creerlo.
Pero ahí está.
Leonard me ha marcado.
Y eso significa…. signfica que a ojos del mundo soy suya. Le pertenezco de la forma más cruda y primitiva de todas y lo peor es que yo ni siquiera pude opinar al respecto.
Estoy forzada a estar con el alfa que un día me odia y al otro me salva.
Mi respiración es irregular, mi corazón late desbocado en mi pecho. El pánico se mezcla con algo aún más perturbador: un deseo crudo, ardiente, que amenaza con devorarme desde adentro.
Lo miro con el miedo y la rabia acumulados en mi pecho.
—¡¿Qué has hecho?!— escupo, con la voz cargada de furia.
Leonard me observa con una calma que me irrita aún más. Sus ojos oscuros, indescifrables, no muestran ni una pizca