-¿La Diosa? ¿En serio?
-Sí, sé que suena extraño, pero así fue. Cuando nos acostamos, tú ya dormías y de la nada, sentí que algo me llamaba. Mi cuerpo se movió solo, se fue del cuarto y, antes de entender qué ocurría, terminé en el lago.
-Así que te atrajo a su espejo.
-Sí, aunque al principio no entendía, hasta que ella literalmente surgió del centro del lago.
-¿Cómo es ella? ¿Podrías decírmelo? Tú sabes que...
-Sí, puedo. Y es hermosa, aunque no se me ocurre con qué compararla para que puedas entenderlo. Su piel es blanca y brilla como la luna misma, su cuerpo es esvelto, aunque curvilíneo, su rostro es dulce, casi me miraba como una madre a su hija, y sus uñas, labios y ojos eran negros. Ni siquiera pude distinguir las diferentes partes del ojo, todo parecía una enorme pupila.
-Por como la describes, casi parece una aparición. Solo no puedo imaginármela, ojalá tuvieras una foto o pudieras dibujarla.
-Como poder puedo, aunque no te prometo que sea precisamente muy fiel. Me gust