Luana empuja hacia afuera con ferocidad, está cansada de ésta loba y exigiendo un ajuste de cuentas ahora mismo, sin embargo, aprieto el control sobre ella y respiro profundo, intentando mantenerme lo más tranquila posible. No quiero darle el gusto de saber que me ha fastidiado, de que sus acciones me molestan o afectan de alguna manera, pero la verdad me la está poniendo muy, MUY difícil.
-¿Srta. Rosh?
-Con su permiso, solo iré a sentarme.
No la miro siquiera, solo me encamino hacia el pupitre vacío, hasta que su voz nuevamente me detiene.
-No le di permiso para eso, ¿o sí?
La observo sobre mi hombro con una ceja alzada.
-¿Lo necesito? Solo estoy entrando a su clase, se supone que debo sentarme y escuchar lo que diga para aprender.
-Pues sí, lo necesita, porque llegó tarde y yo soy quien decide si le doy permiso o no de quedarse aquí.
-¿Tarde? ¿Usted llama tarde a un minuto?
-Un minuto, cinco, diez, quince, una hora, tarde es tarde y punto.
Siento mis dientes desarrollándose, mi l