Dos días después:
Susan:
—¿Como sucedió esto, Susy?- me interroga Sonya, mirándome desde el otro lado de la reja.
Me seco las lágrimas, y me acerco a ella.
—Fui inculpada de un robo, pero soy inocente. Lo juro.
—Te creo.- susurra ella, moviéndose incómoda, y mirando furtivamente a los alrededores.- nadie que te conozca realmente, podría creer que cometerías ese crimen.
—Gracias.- susurro.
—¿Qué necesitas?
Libero un suspiro, y contemplo a mi hermana.
—Te daré el código de acceso a nuestra cuenta bancaria.
Sonya eleva las cejas, sorprendida.
—Necesitaré un abogado, uno bueno, y no creo que me salga barato. Necesito que tomes el dinero y contrates a alguien especializado en derecho internacional.
—No comprendo.
—Van a extraditarme a Inglaterra en unos días, pero necesito a un abogado para que apresure el proceso y para que me defienda una vez me regresen a Londres.
—Ahhh, ya veo. – Sonya me sonríe. – De acuerdo.
***
A medida que pasan las horas, más nerviosa me estoy poniendo.
Cuando nue