Punto de vista de Ryan
El colgajo en mi brazo pasó a ser un abrazo, y la voz chillona caló en mi cerebro con una repugnancia instantánea, porque la conocía bastante bien.
—¡Quítate!
Me la quité de encima en un acto espontáneo, instintivo, y arrugué la cara en su dirección, me eché para atrás, y el asco volvió a mi semblante.
—¿Qué haces aquí? —Miré enseguida a mis padres con inquietud—. ¿No se supone que no vendría?
El corazón comenzó a latirme con virulencia, y la molestia se abrió paso en mi cabeza sin freno.
Mi padre soltó un resoplido estresado, y vi una enorme sonrisa marcar los labios de su esposa.
—Tenía que hacer que vinieras, Ryan. Si te decía que ella iba a estar aquí, hubieses pasado de las vacacione