—Elliot —llamé su atención en voz baja.
Estábamos en mi habitación, él jugaba con su magia distraídamente, sentado en el sofá, mientras yo estudiaba para mi examen de historia. Estaba enfadado conmigo, por lo que ahora no me quitaba la vista de encima. Decía que a la primera que me descuidaba, me metía en problemas. No pude negárselo, por lo que acepté que se adueñara de mi habitación. Así que se cernía como un halcón sobre mí, ni siquiera podía buscar en mi cuaderno de notas sin que se exaltara.
Los domingos eran mis días libres, por lo que aprovechaba para adelantar todos mis deberes de la semana. Nathan estaba ocupado, el alfa se lo llevaba para sus entrenamientos como futuro líder de la manada, por lo que mi hermano y yo estábamos solos.
Y un poco aburridos, a decir verdad.
Elliot apenas y me hablaba, por lo que me sentía un poco sola. Se enfadó por mi encuentro con Donovan, pero yo no había pedido encontrarme con un vampiro en el bosque.
Me encontraba fascinada por mi magia. Era